miércoles, 20 de enero de 2010

La noche especial

Era una noche oscura, lo que hace poco era considerada nuestra noche especial fue totalmente arruinada por aquella persona, todo por aquel tipo que nos asechaba como un animal que espera su presa, mientras mi acompañante y yo solo podíamos esperar con una calma que no llegaba, y no solo por el olor que desprendían los cuerpos podridos que estaban dentro de la casa, sino también por el hedor a gasolina que desprendía nuestro carro, esa noche solo intentábamos encontrar un lugar alejado donde los cuatro nos relajaríamos como los adolecentes que somos y encontramos el nido
de este sádico, tan solo yo y mi novia nos encontrábamos escondidos dentro de las raíces de este árbol muerto mientras veíamos de lejos los cuerpos despedazados de nuestros desafortunados compañeros, solo basto 1 minuto y una motosierra para atravesar el carruaje que los cubría, mientras veíamos la lluvia de sangre que originalmente eran cuerpos humanos, solo pensábamos en huir y al no encontrar salida posible nos escondimos, y ahora ya suponiendo que estamos a salvo no nos atrevemos a salir, pronto amanecerá y nuestros padres vendrán a buscarnos, tal vez con policías que capturen a esta persona, nos decíamos, pero no podíamos permanecer allí, el miedo a ser descubiertos era mas fuerte cada minuto, la mente nos juega las peores sensaciones posibles en momentos donde el peligro es total, las ganas de sobrevivir nos impulsa con fuerza, muchas veces a favor nuestro, pero en esta ocasión nos pedía correr, la peor elección posible, tanto para mi como para ella, no podía ver mi rostro, pero sabia que estaba reflejado en el rostro que ella tenia, ya no la reconocía, parecía otra persona, solo parecía una loca, no la chica de la cual me enamore, solo un pedazo de carne con forma humana, que tendría ese lugar, lo único que se que mi cuerpo reacciono solo cuando ella dijo que tenia que salir de allí como sea, y lo único que pensé fue el liberarme y mientras gritaba la golpee con una roca, una y otra vez hasta la muerte mientras me reía como un demente y al voltear solo sentí el golpe seco que me propinaba una muerte segura. Que idiota fui, me arrepiento de averla matado como un demente, debí haberla asesinado en silencio

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