martes, 18 de mayo de 2010

Atrapado por una sirena

El crepúsculo azotaba mi cara, vagamente podía sentir que me sumergía poco a poco hacia el abismo oscuro, helado, misterioso, había perdido toda esperanza de ser salvado, todo empezó una noche de verano, como cualquier sábado, como costumbre siempre salía solos, según yo para olvidarme que estoy casado, y recordar mi vida de soltero, esa noche no presagiaba nada nefasto, las estrellas brillaban de manera sobrenatural y el dulce viento acariciaba mis mejillas.
Siempre frecuentaba un mismo bar, este estaba afuera de la ciudad, para mí era el lugar perfecto  para pasar la noche, siempre ligaba con alguna chica que encontraba allí, la seducía y pronto le llevaba satisfacer nuestros deseos carnales, esa noche no fue la excepción, me senté en la barra al costado de una hermosa rubia, ella tomaba un coctel, iniciando la conversación, nos hicimos poco a poco “amigos”, ya no quería ligar con varias chicas solo con ella, mientras que a mi esposa poco a poco la abandonaba a la suerte, ella mujer pulcra, inteligente e incorruptible, sabia de mis salidas, mas no de mis salidas de sartén, pues nunca me enamore de otra persona que no sea ella, pero en este caso, me sentía demasiado atraído por la belleza que poseía y mis sentimientos por ella se hacían notar.
Aprovechando que mi mujer saldría un martes por la noche a su amiga, traje a mi amante en secreto, nuestros cuerpos se unieron en frenesí mientras mi corazón y mente le pertenecían, ya no había vuelta atrás, me enamore de ella, llame a la que hace poco tiempo llame como cariño y le despedí, la impresión no le permitió emitir palabra, solo le dije que nunca más me vería, no alcanzo a decir palabra mientras colgaba el teléfono.
Saque mis cosas y juntos caminamos como amantes enamorados, llegando al rio, ella me dijo que era momento de partir, yo la bese con fuerza, ella agarro mi maleta y la arrojo con fuerza al rio, anonadado pregunte la razón por la que hizo eso, ella suavemente deslizo sus manos por mi cuello y me beso, al separarme me dio una sacudida en mi cuello que me dejo sin decir nada, quede inerte pero despierto, no sentía dolor en el cuerpo, no podía moverme mientras me arrastraba al rio, sus piernas se fundían poco a poco hasta transformarse en una cola de pez, me arrastraba mis pulmones se llenaban de agua, perdía poco a poco la conciencia mientras miraba su sonrisa y los desarrollados caninos que este tenía.

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